Resurrección

He visto dormitar el valle

anillado por montañas,

que al florear el mar nublado

vio nacer las jacarandas.

Mis mañanas han sido así

ya todas por igual,

agradables mas vacías,

pasajeras y no más.

¡Qué pesada pluma!

Indigna de escribir,

todos esos versos

que no dejan de salir.

Pues son versos sin alma,

fuego que sin leña

le es imposible calentar,

pobre del poeta

que de frío morirá.

La chimenea de piedra

su combustible consumió,

no por siempre se sufre

ni por siempre se siente amor.

¡Pobre del corazón!

Desdichado,

romántico solitario,

que jamás ha sido amado

y amar jamás podrá.

Por ello cuesta escribir,

porque se agotó la inspiración

¡Miserable mentiroso!

No has escrito por huevón.

Inspiración son las mañanas

las que sientes siempre igual

¿O es que ciegos son los pasos

que recorres al andar?

Labios de rojo granate,

ojos negros azabache

¡Oh, Dunéchka de uñas blancas!

Y orquestas de ballet nocturno,

todo ello es arrebato

e igual digno de escribir,

no precisas de una musa

cuando hay cientos por ahí.

Me río de los “poetas”

de su estrofa literal

¿No podían ser más vagos?

Siquiera vergüenza dan.

Intentan ser abstractos

con estructuras revesadas

¿Reflejo de la sociedad?

¿Y eso qué más da?

Apenas da la talla

esa “poesía” de la modernidad.

Admiro a los poetas

deliciosas alegorías,

cuya carne son los versos

cuya sangre son las rimas.

¿Has visto, luna mía?

No te ha sido tan difícil,

tu brillo no es indigno

ni requieres ningún guía.

Los grilletes poco pesan

si a correr has acostumbrado,

al igual sembrar es fácil

con ayuda del arado.

¡Oh, Dunéchka de uñas blancas!

¡Oh, hermosas jacarandas!

Exhumad pues los restos

de mi triste y pobre alma.

Autor: Maximiliano Castillo.